PREMIOS NOBEL.

 

 

1999 Gunter Grass (Alemania, 1927) novelista y poeta

Glóbulos rojos, de Entre lo cotidiano de existir

     " Pero desnuda y reducida sólo a proporciones me das pena. Por eso intento cambiarte de sitio la rodilla. Tu espinazo cóncavo me da qué pensar. No comprendo por qué eres tan fea ni por qué soy incapaz de apartar de ti la vista y mirar, por ejemplo, el campo verde o el río, que son tan naturales y no tienen clavículas. Te quiero lo que puedo. Voy a componer un ballet para tus glóbulos, los rojos y los blancos. Cuando caiga el telón te tomaré el pulso y veré si el esfuerzo ha merecido la pena. "

 

 

 

 2000 Gao Xingjian (China, 1940) novelista

La montaña del alma (fragmento)

     " Esta es su tierra, y no hay razón para que no se comporten con naturalidad, sus raíces han ido hundiéndose en este suelo generación tras generación, sin necesidad de que vengas de lejos en su busca. En cuanto a los que se fueron de aquí hace tiempo, en su época no existía todavía la estación de autobuses, y menos aún los coches de línea. Por río, había que tomar una barca cubierta de esteras; y por tierra, alquilar una carreta. Si realmente uno no tenía dinero, sólo podía contar con sus suelas. Ahora, todos los que aún tienen un soplo de vida regresan, incluso desde la otra orilla del Pacífico, ya sea en utilitario o en coche de lujo con aire acondicionado. Algunos han hecho fortuna, otros se han hecho famosos, otros no son nada, pero han envejecido y quieren volver. Al aproximarse al final de la vida, ¿quién no siente nostalgia por su tierra? "

 

 

 

2001 V.S.Naipaul (Gran Bretaña, 1932) novelista

Leer y escribir (fragmento)

     " Yo no tenía una comprensión clara de dónde estaba y en realidad nunca me dio tiempo a averiguarlo: salvo diecinueve meses, pasé aquellos doce años sumido en una especie de estudio colonial ciego, impuesto. 
Muy pronto comprendí que había otro mundo exterior, del cual nuestro mundo colonial era sólo una sombra. Nos enviaba gobernadores y todo lo demás con lo que vivíamos: las conservas baratas que necesitaba la isla desde la época esclavista, las medicinas especiales, las monedas. Nos enviaba libros de texto y exámenes para los diversos títulos escolares. Nos enviaba las películas que alimentaban nuestra vida imaginativa, y las revistas. Todo. No era capaz de adentrarme en los libros yo solo. No poseía la clave imaginativa. Mi conocimiento de la sociedad –una India rural de débil recuerdo y un mundo colonial de mezclas vistos desde fuera- no servía de ayuda con la literatura de la metrópoli. Yo me encontraba a dos mundos de distancia. 
"

 

 

 

 

 

2002 Imre Kertesz (Hungría, 1929) novelista

Jerusalén, Jerusalén (fragmento)

     " En esta región la noche llega de golpe; bajo mi balcón se encienden las farolas. Los coches pasan por carreteras que se pierden a lo lejos, que conducen a los naranjales y a las universidades, a las ciudades bien construidas y a los campos bien trabajados. Muchos nos han contado que vinieron aquí después de la Shoah con la esperanza de encontrar tranquilidad y seguridad. Levantaron este país trabajando duramente. Sus habitantes lo defendieron en duros combates mientras su entorno más próximo y más lejano seguía poniendo en duda, hasta el día de hoy, su existencia. Si esta duda -junto con la sensación de abandono- arraiga también en ellos, podrá hundirlos en la más profunda desesperación. En la actualidad, según mi experiencia al menos, la vitalidad del país aún permite la autorreflexión: la gran mayoría de sus intelectuales critican -no, desde luego, la resistencia al terror- pero sí la forma de defenderse, esta campaña de venganza que en última instancia no traerá ningún resultado. No obstante, si la indiferencia hostil del mundo los lleva realmente a la desesperación, todo estará listo para la catástrofe; y en este mundo impregnado de odio, impotencia y fanáticas doctrinas falsas, la catástrofe no afectará tan sólo a Oriente Próximo. "

 

 

 

 

2003 J.M.Coetzee (Sudáfrica, 1940) novelista

Desgracia (fragmento)

     " El disfruta con la alegría de ella, una alegría sin afectación. Le sorprende que una hora y media por semana en compañía de una mujer le baste para sentirse feliz, a él, que antes creía necesitar una esposa, un hogar, un matrimonio. En fin de cuentas, sus necesidades resultan ser muy sencillas, livianas y pasajeras, como las de una mariposa. No hay emociones, o no hay ninguna salvo las más difíciles de adivinar: un bajo continuo de satisfacción, como el runrún del tráfico que arrulla al habitante de la ciudad hasta que se adormece, o como el silencio de la noche para los habitantes del campo. "

 

 

 

2004 Elfriede Jelinek (Austria, 1946) novelista

La profesora de piano (fragmento)

     " De camino a la escuela Erika ve inevitablemente por todos lados la destrucción de individuos y comestibles, pocas veces ve que algo crece y florece. Tan sólo en el parque del ayuntamiento o en el parque público, donde las rosas y los tulipanes brotan carnosos. Pero incluso éstos se precipitan, porque llevan en sí mismos el proceso de descomposición. Es lo que piensa Erika. En sólo el arte tiene una existencia más duradera. Erika lo cuida, lo poda, lo ata a una guía, lo desmaleza y finalmente cosecha. Pero, ¿quién sabe todo lo que se ha perdido o ha sido acallado injustamente? Cada día muere una pieza musical, una novela o un poema porque ya no posee razón de existencia en nuestro tiempo. Y lo que parecía eterno ha perecido, ya nadie lo conoce. Aun cuando habría merecido seguir existiendo. En el curso de piano de Erika ya hay niños que machacan a Mozart o a Haydn, los más avanzados se deslizan sobre los patines de Brahms y Schumann, cubriendo el bosque de la literatura musical con sus babas de caracol. "

 

 

2005 Harold Pinter (Gran Bretaña, 1930-2008) novelista

 

Chicas (fragmento)


     " La amo. La amo con toda el alma. Creo que es una mujer maravillosa. La vi sólo una vez. Se dio vuelta y sonrió. Me miró y sonrió. Después paró un taxi de la fila. Le dio instrucciones al conductor, abrió la puerta, entró, cerró la puerta, me echó una última mirada a través de la ventanilla y luego el taxi arrancó y nunca más la vi de nuevo. 

 

 

 

2006 Orhan Pamuk (Turquía, 1952) novelista

 

 

El astrólogo y el sultán (fragmento)

     " ¿Hay que ser sultán para comprender que, en los 4 confines y en los 7 climas del mundo, todos los hombres se parecen?. ¿Acaso la prueba más concluyente de que los hombres de todas partes son idénticos no consiste en que cada uno puede ocupar el lugar del otro? "

 

 

 

2007 Doris Lessing (Gran Bretaña, 1919) novelista

Una merienda en el campo (fragmento)

     " ¿Cómo podemos saber si vieron lo que nosotros vemos? Quizá cuando miraron las colinas, valles, árboles, se hicieron con lo que vieron en una forma que nosotros no comprendemos, como los aborígenes en Australia pueden ser parte de un paisaje a través del canto. Quizá, avizorando, de espaldas a las pinturas que habían ejecutado, ellos eran el paisaje, eran lo que veían. En ocasiones la gente de hoy tiene destellos o momentos, que son como si formaran "parte de todo", emergen en "todo"; ondean en árboles, plantas, suelo, rocas y pasan a ser uno con ellos. ¿Cómo sabemos que esta condición, que se consigue sólo temporal y ocasionalmente, y por rara gente, no fue su estado permanente? "

 

 

 

2008 Jean-Marie Le Clézio (Francia, 1940) novelista

 

Revoluciones (fragmento)

     " Al salir del cementerio de Cassis, Jean y Mariam pasaron en autobús por la nueva zona industrial de Coromandel e inmediatamente después, delante del cruce de Ebène. Jean miró el estrecho camino que se adentra en las cañas maduras, hacia el barranco. Marian estaba cansada por el sol y el viento del mar. Apoyó su cabeza sobre el hombro de Jean, durmiéndose tranquilamente entre los baches del camino. Estaba anocheciendo. "

 

 

 

2009 Herta Muller (Alemania, 1953) novelista

La bestia del corazón (fragmento)

     " Cuando callamos, nos tornamos desagradables, dijo Edgar. Cuando hablamos, nos tornamos ridículos.

Llevábamos demasiado rato en el suelo, delante de las fotos. Se me habían dormido las piernas de estar sentada.

Con las palabras en la boca aplastamos tantas cosa como con los pies sobre la hierba. Pero también con el silencio.

Edgar guardó silencio.

 

Aún no puedo imaginarme una tumba. Sólo un cinturón, una ventana, una nuez y una soga. Cada muerte es para mí como un saco.

Si te oyen decir eso, dijo Edgar, te tomarían por loca. 

Y cuando pienso en ello, tengo la sensación de que cada muerto deja tras de sí un saco repleto de palabras. Siempre me acuden a la mente el barbero y la tijera de manicura, porque los muertos ya no los necesitan. Y también se me ocurre que los muertos ya nunca más perderán un botón.

Tal vez intuyen cosas distintas a nosotros, dijo Edgar, quizás intuyen que el dictador es un error.

Poseían la prueba, pues también nosotros éramos un error para nosotros mismos. Porque en este país nos veíamos obligados a andar, comer, dormir y amar con miedo hasta que volvíamos a necesitar al peluquero y la tijera de la manicura.

Alguien que sólo por el hecho de andar, comer, dormir y amar hace cementerios, dijo Edgar, es un error aún mayor que nosotros. Es un error para todos, un error dominante.

La hierba despunta sobre la cabeza. Cuando hablamos queda segada. Pero también cuando callamos. Y entonces, la segunda y la tercera hierba crecen a su antojo. Y pese a todo, somos afortunados.
"